Si un día tienes una pequeña presión en el pecho, si un sueño se instala en tu mente, un sentimiento recorre tu cuerpo, y sientes la necesidad de buscarme, sigue estos escuálidos consejos. No me busques en ciudades, ni pueblos, ni en casas, ni pisos. Nunca en un bandera, ni en unos ideáles políticos, ni si quiera lo intentes buscando en fiestas, ni tradiciones de Neandertales. Nunca en algo artificial, donde no haya libertad. Si de verdad quieres encontrarme, si de verdad lo sientes, buscame en pequeñas revoluciones, en formas de rebeldía, en la alegría del final. Búscame perdido en mitad de un bosque donde los rayos del sol pelean con el follaje de los árboles por entrar, en el amanecer, incluso en el atardecer. Búscame en la carretera buscando un sitio mejor, en el sonido de una guitarra, en el grito de ilusión, búscame en una mirada provocadora, en una sonrisa perpicaz. En la picardía de los amantes, en la locura de un poeta y en la cordura de un presidiario. Búscame en el