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Tertulia La bohème

Tertulia La bohème:

“Duelo a garrotazos” o “Riña a garrotazos” de Francisco De Goya.

Entre proverbios y cantares, con ese hondo entonar que Antonio  Machado cultivaba, sembró esta meditación, con silueta de consejo, entre versos: 
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.

«Proverbios y cantares» (Campos de Castilla) de Antonio Machado

Debate con trasfondo histórico y un futuro difuso, la identidad nacional española, las “Dos Españas”. 


Tertuliano I: Daniel G. N.

Desde pequeños, oíamos hablar de política en nuestro círculo más cercano, la familia.
Te vas dando cuenta, que lo que llaman política, es un conjunto de convicciones económicas, sociales, religiosas incluso, que toman el protagonismo en reuniones, crispando el ambiente y enfrentando personas.
Más adelante, identificas dos bandos. Cada uno con sus tópicos inmutables. Incluso te atreves a escupir algunas ideas oídas, que has asimilado como tuyas, cual esponja. Sin darte cuenta, formas parte de la cantera infantil de uno de los bandos.
Te haces mayor, primeras elecciones, primeras decisiones, primeras decepciones. Cambias de idea, o no, siguientes elecciones, misma fórmula.
¿Qué está pasando? ¿de dónde proviene el incesable odio entre izquierdas y derechas? ¿por qué seguimos encasillando en izquierdas y derechas? ¿por qué son incapaces de hacer pactos de Estado en ideas que comparten? ¿por qué seguimos divididos en dos bandos, pese al pluralismo social? ¿no debería de haberse resuelto esta discordia tras la Constitución del 78?
Es difícil de explicar en unas líneas. Las dos eternas Españas. Teniendo un fin común, hacer un país mejor, no parecen arreglarlo, sino destruirlo lenta y agónicamente.
Arriba están los gobernantes, abajo estamos nosotros. Ellos se protegen las espaldas de forma mutua, y a nosotros nos echan a discutir. De cara al ciudadano, critican destructivamente y sin piedad a la oposición, haciéndonos creer, que, si ellos gobernasen, todo sería mejor. A los cuatro años, los papeles se invierten, pero tenemos la misma representación teatral. Qué curioso.
Qué podemos esperar, de una clase política, con unos argumentos de debate, centrados en la idea del “y tú más”. Donde no hay propuestas de mejora conjunta. Donde no hay consenso en temas indiscutibles. 
Que ironía, que el idílico consenso, se diese precisamente, para acabar con el régimen franquista y establecer una monarquía parlamentaria. ¿No será que estamos ante un sistema dictatorial, que cambia de tirano cada cuatro años, o cada ocho? 
Díganme, si no, qué poder tiene el pueblo, para cesar a un gobierno que no cumple lo prometido. Os lo resuelvo: ninguno. Como podemos hacernos oír, sino con una serie de derechos, que ellos mismos autorizan, deniegan, limitan, reprimen o suspenden, según les parezca. Eso cuando los partidos prometían cosas, claro, porque de ello ya poco queda, pues hemos rebajado el valor del voto, al discurso del odio. 
Díganme, si no, por qué en una democracia como esta, el poder ejecutivo, selecciona a los jueces encargados de sentenciarlos si delinquen. Es decir, ellos mismos seleccionan a sus verdugos. Qué clase de psicópata nombraría a su verdugo libremente, y no elegiría, al que supiese que le va a perdonar la vida. 
Díganme, si no, por qué se centran más en arrebatar el poder, en poner líneas rojas, en zancadillear al contrario, en desprestigiarlo rebajándose a sí mismo hasta la más descarada hipocresía, en querer gobernar en solitario… En vez de procurar acuerdos comunes y necesarios, ser autocrítico, reconocer errores, pedir perdón por ellos, ejercer la transparencia, ser honestos y trabajar por y para un país mejor, con mayor calidad de vida y solventar los conflictos sociales, siendo, o fingiendo al menos, ser ciudadanos ejemplares.
Y mientras tanto, nosotros, el pueblo español, seguimos aplaudiendo la obra de teatro más duradera jamás vita, titulada “Las dos Españas”, una paradoja que no podría escribir ni el más inteligente guionista, que provoca en el espectador una incontrolable e irracional emoción, la cual le posiciona testaruda y ciegamente, del lado de uno de los dos protagonistas (a veces defendiéndolo por sus fuertes convicciones, otras movido más por el rechazo que le produce la idea de que el contrario gane), siempre con un incansable odio hacia el otro bando, capaz de romper hasta el más noble vínculo emocional con su igual. 
Pobres españoles, cuando descubran, que han pasado las elecciones votando a antagonistas, a los que poco les importaba el pueblo, más allá de conseguir su voto. 




Tertuliano II: Varo
España, la de quiméricas trincheras, la de fronteras que entrecruzan sus caminos, la España del diálogo a garrotazos, la de verdugos hermanos, la de cunetas y mausoleos. España, la que busca sus enemigos entre sus costillas, la de imponer no imponerse, la de floretes y trabucos, la de los colores enfrentados. España, la que se señala ante el espejo, la que cultiva odio y recoge tempestades, la de amigos de reojos, la que vigila entre persianas entreabiertas, la España de militares contra artistas, la de nacionalistas como placebo, la que se envenena como tratamiento.
España, la de clases, clasificaciones y clasificados, siempre, la España de vencidos…

Si apreciamos y nos referimos a la existencia de dos Españas, es porque cierta clase exigente, se cree con el valor y la altivez para imponer la realidad que quiere, no que quieren, la que presiona en sus creencias y su misticismo, la que cree que libera entre imposiciones y fusilamientos.  
Si existen dos Españas, es porque alguien no acepta al diferente, no sabe dialogar, y cree que tiene que enseñar, sin tener educación. Dos Españas, odios enconados, orgullos que llevan al precipicio. 
Tropezar en la misma piedra queriendo, demuestra que no hemos aprendido nada, de nuestros errores.  Volvemos a ser títeres en manos equivocadas, entre actos e invitaciones de aversión e inquinas, volvemos a gritarnos, a dejarnos incitar a señalar. Alerta, curvas peligrosas. 

Este sector en la cúspide de la pirámide de la selección económica, el tiburón que se come al pez pequeño, nos quieren ver enfrentados, no aliados, mucho menos alineados, es más fácil cazar a la gacela distraída. Y volvemos a increparnos, a embrutecernos, llevados como reses, como gallos de pelea, que sin ser consciente de que se juegan, atacan a su similar, creyendo que es el enemigo, mientras los alelados se ríen en sus apuestas. 
Redes y medios de odios, que a base de paparruchas y embustes nos hace crear ese residuo de cal que obstruye nuestras neuronas, aprende a centrar al hostil, no es el que te están diciendo. 

“El diálogo es inútil si no escuchas, es absurdo si impones, es de necios sin respeto.”

Una España, dos Españas, tres o ninguna, da igual cuantas o como, no importa que sea o donde estemos, pero demos a la armonía y a la convivencia la importancia que tiene y luchemos por un objetivo de integración (como parte de la naturaleza) todos juntos. 




Tertuliano III: Fini.

Política. Más bien diría DINERO. 

Soy de los que piensa que actualmente la política como el concepto en el que los ciudadanos eligen a un representante para que este sirva a la sociedad de manera vocacional, la defienda y mire por intereses comunes, no existe. Pienso que en la situación en la que vivimos no existen colores, ni ideales dentro de la cúpula política que dirige el país, que las dos Españas que un día existieron han perecido a manos de la avaricia. Porque en la España que vivimos no hay políticos que trabajen desinteresadamente por el bienestar común y por construir un país en el que las preocupaciones de todos estén atendidas. Solo hay políticos que miran que su bolsillo se llene, y que mientras más se llene mejor.

Soy de los que piensa que donde suena el saco de monedas vas a encontrar un político haciendo favores. Que hace mucho tiempo que la política se prostituyó y que actualmente gobierna Don dinero. Que hay más beneficio propio, teatro e hipocresía que realmente preocupación por sacar adelante un país. Porque todas las decisiones tomadas son criticables, pero las subidas salariales son intocables. Porque un sillón y una puerta giratoria son más apetecibles que un gobierno justo y adecuado a la ciudadanía. 

Porque el maldito dinero corrompe. Mientras ellos roban y se alimentan de nuestro trabajo nosotros seguiremos peleándonos entre nosotros, seguiremos creyendo los bulos, seguiremos votando al ladrón que queremos que nos robe, seguiremos creyendo en lo que nos venden, comiendo palomitas mientras el Titanic en el que vamos subidos se hunde. 





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