Suena el despertador, me levanto
soñoliento, desubicado y con dificultad, debido a que la pesadez de mis
párpados me invitaban a reencontrarme con lo vivido aquella noche.
Me siento en el borde de la cama
cabizbajo, auto engañándome de que algún remoto día ocurrirá, puesto que aquel
sueño se volvía más tangible cada noche y, sin yo saberlo, se convertiría en el
portal de mi descenso hacia la locura. Fui hacia la cocina a prepararme un
bocadillo para desayuna sin dejar de darle vueltas al tema que me substraía de
la realidad y del cual solo sospechaba que comprendía una décima parte.
De camino hacia la facultad, la
monotonía se apoderó de mi de nuevo, dejando a un lado lo soñado aunque sin
evitar el surgimiento de secuelas en mi cabeza que cobraron vida en forma de
pregunta: ¿Lo estaré haciendo bien?, ¿Por qué? Y sobre todo ¿Es esto realmente
lo que quiero?.
Para poder entender esto me di
cuenta que lo primero que debería conseguir era conocerme a mí mismo, lo cual
no resultaría nada fácil en una primera estancia debido a mi personalidad
cerrada.
Llegué a casa después de las
clases, solté la mochila sobre mi cama y me dispuse a buscar en Internet la
mejor forma de saciar mi sed de respuesta. Entre páginas eróticas, de
publicidad y mil redes sociales donde los más inseguros se escondían de sus
verdaderos problemas, encontré información bastante interesante y compacta. Cuál
fue mi sorpresa al descubrir que se trataba de un cuaderno de bitácora virtual
donde se habían anotado numerosas expediciones de las últimas décadas. De entre
todas ellas, me llamo la atención un fragmento aún sin acabar escrito en un
español latino-americano que hacía referencia a una excavación arqueológica en
algún lugar del río Amazonas fechada del año 2003. Por lo que pude leer en el
fragmento, Garry, el jefe de la excavación había empleado una enorme cantidad
de tiempo en la búsqueda de unas catacumbas hechas por una antigua tribu
amazónica, las cuales fueron usadas como sitios de culto durante muchos años,
en la web se podía apreciar el grado de firmeza y devoción de todos los
trabajadores, debido a sus detallistas
descripciones de los objetos encontrados, y los numerables datos geográficos e
históricos obtenidos.
La curiosidad me invadió cuando
vi que los últimos fragmentos de su investigación permanecían inacabados,
brindándolos de un halo de misterio digno de la mejor película de suspense de
aquel año. Perdí la noción del tiempo leyendo el artículo y, sin percatarme de
ello la luz del día dio paso a la oscuridad advirtiéndome del intervalo de
tiempo que había estado expuesto frente al ordenador, así pues, me puse ropa
cómoda e intente descansar como buenamente pude.
Leibniz.
Me parece impresionante este primer capítulo, por favor, sigue escribiendo que vales para esto.
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