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Reflexión Dominical III



Partiendo de la base conceptual realizada por la Real Academia Española del término hipocresía, “fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan”. Hoy, en Reflexión Dominical, comentamos y reflexionamos sobre ello. 

En el gran imperio de la mentira, en el trono se encuentra la hipocresía, constante su presencia en el discurso de las esferas políticas, en el sector laboral e incluso en la intimidad de nuestros hogares. 

El lingüista y filósofo Noam Chomsky la define como la negativa a aplicar en nosotros mismos los mismos valores que aplicamos en otros, estos según nuestro querido pensador, promueve el odio y las desigualdades sociales. 

Si nos centramos en la parte más científica, en el libro “La psicología de la hipocresía”, el doctor en psicología social Ángel Rodríguez Kauth, nos expone que la hipocresía es la forma en que los seres humanos esconden y reprimen sus verdaderos deseos o pensamientos y muestran aquello que se adapte más a las expectativas de su entorno. Expone una serie de razones a las que pueden llevar a una persona a mostrar ese rostro hipócrita, principalmente por el querer pertenecer y ser aceptado por la sociedad y cultura que les envuelve. 

Un mundo de máscaras y estereotipos, en el que Oscar Wilde dijo “Man is least himself when he talks in his own person. Give him a mask, and he will tell you the truth”
Aún más expandido en un sector tan conectado como son las redes sociales, donde la apariencia y el reflejo que muestras ser, se vuelve el pilar fundamental en la existencia.
Pero, ¿Es malo querer ser parte de esa colectividad?, ¿Está de moda ser hipócrita?, y un doble tirabuzón ¿Es hipócrita aparentar ser diferente?.


Fini:

La hipocresí­a, ¿Quién no ha pecado de hipócrita alguna vez en la vida?. No me exculpo de haberlo sido porque si lo hiciese, sería un hipócrita en este momento. Vamos a hablar de la enfermedad de una sociedad hiperconectada.

Como se ha comentado anteriormente, las redes sociales están plagadas de hipocresía de gente que prefiere aparentar antes de ser fiel a ellos mismos y a sus principios. Esta forma de actuar, en psicología social se podría explicar como la adaptación de la persona al medio que le rodea (corríjanme si me equivoco), esa necesidad de aparentar la normalidad establecida por la sociedad y de ubicarnos en los roles que nos impone.

Esta necesidad de aparentar, hace que muchas personas modifiquen su conducta, sus pensamientos y creencias habituales, para mostrar momentáneamente una imagen de ellos mismos aceptada por la sociedad. Una personalidad camaleónica que no tiene otra finalidad que cambiar de máscara en toda situación que lo requiera, para que los demás lo acepten y lo aprueben. Creando así, una falsa realidad hecha por y para hipócritas. Donde se muestran en contra de o a favor de algo que después aman o rechazan.

Pero curiosamente, la hipocresía no solo nos sirve para adaptarnos a la mayoría, sino que puede servir de todo lo contrario, puede ser la vía para automarginarse y dar una imagen de ser alguien diferente y especial, un hipócrita de desadaptación a la normalidad establecida por la sociedad. Son personas que necesitan alimentar su ego y su histrionismo, intentando creerse diferentes.

La llegada de las redes sociales ha precipitado a la sociedad a adaptar conductas hipócritas para que ese refuerzo en forma de popularidad artificial y momentánea que se da en estas redes, haga que el ego que nos mueve esté constantemente alimentado y satisfecho, y que esa imagen artificial que mostramos, se haga poderosa de cara a los demás pero aún más mentirosa ante los ojos de quien la hace.

No me extiendo más, ni os mareo con tanta palabrería. Me gustaría terminar diciendo que no hay nada más sano que ser fiel a uno mismo.




Varo:

Buenas Lector, (otra vez nos tienes aquí, parece que esto va para largo).
Hoy sin más preámbulo ni más miramientos, voy a empezar expresando mi asco y repugnancia por este colectivo tan grande como son los Hipócritas (y no, no es una escuela de filosofía griega), son los memos y los estúpidos de turno.

Tranquilo lector, estoy disparando sobre seguro, puedo empezar mi reflexión de esta manera tan blasfema por que sé y es tan certero que nadie de ustedes se clasifica dentro de la conceptualización de dicho término, no nos representan, si yo sé que usted no puede ser un hipócrita, por favor, que siempre quede entre nosotros la presunción de inocencia. 



  • Aunque se haya comprado las mismas zapatillas de deporte con su marca bien pronunciada y tengan más fotos que sprints hayan hecho, esto no significa nada.


  • Aunque presumas ante tus amigos de que ayer almorzaste en ese bar tan chic de la avenida principal, donde se te tomó más fotos que copas bebiste, por supuesto, esto no significa nada.


  • Aunque dices ser profundo y un gran lector de clásicas novelas y cuántas veces has parafraseando a George Orwell y a Eric Blair (ah ¿Qué es el mismo?, que tramposos son en este blog). No significa nada.


  • Aunque disfrutes mostrando ese rollo tan relajado y positivista que te caracteriza y “dibujes una gran sonrisa al mundo”, pero te han diagnosticado depresión. Nada, nada, ni caso.


  • Aunque relates ese amor tan puro que sientes hacia esa pareja tan genial, que conociste ayer por Tinder y ahora no te acuerdas bien de cuál era su nombre. ¿Pasa algo?.

Aunque puedo seguir, no quiero romper de esta forma tan abrupta nuestra amistosa armonía, yo se que aún te queda mucha carisma y auto-personalidad.
(Te prometo, a partir de aquí, nada de más sátira)

La hipocresía no es otra cosa que el aparentar ser y sentir otra cosa que no eres, no es algo que se haya puesto de moda, ni es un concepto venido actual, en la historia podemos observar tantos ejemplos como quieras buscar de la necesidad de ser y pertenecer a un colectivo, lo importante que era ser aceptado, pero siempre hay una parte mala, principalmente porque quien nos otorga esa chapa de “normal” y “aceptable” que nos clasifica, viene emanada y heredada por fuerzas que buscan censurar, modificar, disciplinar y controlar, para que tu me entiendas, eres bueno mientras sigas bailando con todos la conga, que nadie se pierda de onda.

¿Todavía no te has cuestionado, de dónde viene el gran éxito de las redes sociales, de la moda, de los anuncios, de los programas de televisión, del imperio de los influencer, de los youtubers…?, están zarandeando la botella de champán y van a brindar, porque nosotros somos tal y como quieren que seamos. Esta sociedad interconectada de redes sociales nos ha convertido en neófitos de sus nuevos dogmas hipócritas. Con tantas apariencias y caracterizaciones, hemos olvidado como queremos ser. 

No te voy a juzgar, ni te voy a descalificar...grita bien fuerte que eres tal y como quieres ser, el único aprobado importante, es el que te das tú. 




Fali:
Vivimos en el mundo feliz, aquel donde hace tiempo ya se impuso la ley darwiniana. Adaptarse o morir.
Mundo perfecto, donde no existe lugar para cualquier defecto, debilidad ni baja autoestima; la naturaleza del ser humano ha virado hacia lo antinatural.
Doblegados a participar en un forzado baile de máscaras, la única regla es bien simple; sin disfraz no participas, siendo así relegado al banco de los dispares. En ese momento sentimos la necesidad innata de ser aceptados en la comunidad, en la que todo es jolgorio y todos parecen ser felices compartiendo opinión e inclinación por las mismas materias.
Parece más próspera, sin duda alguna, la visión de un horizonte de comprensión y complicidad. Ya embozado en tu nueva careta, esta te permite advertir hasta donde te conceden sus dos aperturas, proyectas la imagen de una perenne sonrisa, exacta a la del resto, y sin percatarte te encuentras siendo partícipe del eterno baile, eres uno más. Jamás sabrán si te desagrada esa música, la compañía, o si la fatiga hace estragos en tu cuerpo, desentrenado en estas hastiosas lides. Otro enmascarado de apática sonrisa te invita a acelerar tu baile. No es recomendable desagradar al vulgo, a pesar de tu extenuación, la sonrisa de tu máscara indica lo contrario. Todos te aprueban. Condenado a bailar eternamente en contra de lo que dice lo más profundo de tu propio yo.
¿Es el miedo a ser aislado el factor que te empuja a la traición de tu propio ser? Nos resulta más preciada la dudosa y farisea palmada en la espalda de ese extraño de quien buscamos un fugaz gesto de complicidad. Al fin y al cabo el “éxito” para la supervivencia se basa en permanecer en conjunto. Hasta los buitres van a la carroña en grupo.
¿Es lo natural ser fiel a nuestros principios o lo es más el hecho de renegar de ellos para medrar en la sociedad de lo fingido? ¿No es un mundo más perfecto en el que es manifiesta la imperfección de lo real?
Recuerda que existe otra faz detrás de la careta de todos aquellos que bailan sin parar el baile de los embusteros. De este impuesto e impostor baile hay un sólo  triunfador, aquel que impone la música, el que diseñó y vendió todas las máscaras, el que logró colocar una sobre cada rostro. El mismo aquel al que conocemos como El Sistema.




Bibliografía:
Chomsky, N. (2002). “Distorted Morality: America's War on Terror?”. Harvard University. Recuperado de URL 
Rodríguez kauth, A. (1993). “La Psicología de la hipocresía”. Buenos Aires: almagesto. 

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Touché

“Duelo en la nieve” de Ilya Repin.1899. (Ilustración realizada para la novela “Eugenio Oneguin” de Pushkin). Touché  Llevo cuatro días sin dormir dos semanas huyendo de mí, un mes desde que perdí, la cuenta, de cuantas veces mi mente te tienta.  Tres minutos llevo sin beber y todavía no he conseguido aprender, a perder.  Vivo en una espiral convexa con esquinas incompletas, en un laberinto, de muchas salidas. Todo es una paradoja; Me dijo el pobre en valores rico, ¡La vida, una senda a pata coja!.  Todo es una parábola; Me dijo el signo de restar, ¡Qué aprendiese a sumar!. Sal y miel, Soy un tigre de papel. ¿Qué precio tiene el sentir, con la actualización del software de gemir?. Pelirroja, hoy toca resurgir.  Que cuatro días sin dormir, poco a poco vuelve a cualquiera loco. Me dijo mi terapeuta (cortándose las venas).  Entonces, recéteme doctor:  Un daiquiri, con un toque de frescura y algo de cicuta. Pues, no suena bien, el no volverte a ver.  -Touché- (y hundido). 

De Rousseur

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Renegación

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